Veníamos por la ruta rumbo a Buenos Aires.
Mientras conducía, escuchaba el suave ritmo de una música latina mientras mis pensamientos fueron hacia lo que había pasado ese fin de semana largo.
Habíamos ido de visita a la casa de una prima de mi mujer, con la intención preparada por las dos mujeres y yo de tener un encuentro entre parejas. No se dio, porque el estúpido del marido de la prima de mi mujer es un papanatas.
Bien que además de papanatas es un cornudo, porque visto que el no entraba en el juego, su mujer Elida, se las ingenio para que pasáramos toda una tarde con ella, encamados los tres.
Yo la pase bomba, con las dos, ellas bien, pero mis pensamientos me dicen que quede en deuda con Yamila, mi mujer, porque se que quería debutar con el juego de intercambios.
Pasado el medio día, y debido al intenso calor y un poco de cansancio que yo ya tenia, decidí entrar a descansar algo en la laguna de Junín.
Aparque en un lugar con sombra donde suelen para camiones, donde se encontraríamos algo para comer y refrigerios.
Justo pare junto a un camión naranja enorme, un Scania que tenia un gran camarote detrás de la cabina.
Le pregunte al joven chofer, quien estaba tomando una cervecita donde podía comprar sándwiches y bebida.
- Paaa, mira, hoy es feriado y por aca esta todo cerrado.
- Caramba, yo vine a parar aca para descansar un rato y después seguir viaje, mi mujer no conduce y se me hace largo el camino.
- Mire, yo si no lo toma a mal lo puedo invitar con lo que me queda del asadito, unos choricitos mas algo fresco.
- Buenísimo amigo, yo se lo voy a agradecer, y pagar también, seguro.
- Por eso no se preocupe.
A todo esto, Yamila ya estaba revoloteando alrededor del camión, intrigada por el tamaño y mirando sus detalles.
- Es enorme, dijo mirando al fornido muchacho que también la había estado relojeando con sus cortas faldas y su blusa muy suelta, cómoda para viajar, sin sostén.
- Si es muy cómodo, señora.-
Abrió una gran puerta y se veía el interior de la cabina con el camarote con todos los chiches para descansar en un largo viaje.
- Puedo ver? Dijo Yamila, estirándose y mostrando su figura apetecible.-
Ella al minuto estaba montándose al camión dejando ver sus esculturales piernas mas el plus de sus nalgas apenas tapadas por una diminuta tanguita.
Mauricio el camionero, no perdió detalles del físico de mi mujercita, mientras detallaba los elementos de confort con los que estaba dotado su cabina.
Yo desde donde pudo agarrarme mire todo, observando como Yamila se entusiasmaba con los detalles sin darse cuenta de que prácticamente tenia los senos al aire, apenitas cubierta por la blusita, detalle que el no perdió de disfrutar visualmente.
Ella bajo entusiasmada con una expresión – ¡que fantástico es eso!
El nos preparo unos enormes sándwiches de chorizan, que comenzamos a saborear.
Oh, dijo ella, el camión es enorme y los chorizos también! Con una cara de picara que supimos festejar.
Ahí, fue que se me prendió la chispa, donde también tome la decisión de hacer algo.
- Es que el amigo Mauricio, parece tener todo grande, respondí jocosamente.-
Ella sonrió, sonrojándose, el festejo pero quizás por vergüenza a la situación se retiro unos metros.
Eso aproveche, para decirle sin preámbulos a mi mujer que la ocasión se había presentado, sin buscarla, y que era como para no perderla.
- Yo no se, yo no se, …. Si a vos te parece?
- Claro que me parece, por algo te lo digo, dale para delante que creo que esto esta como para vos.
El hombre vino con sendas cervezas, cosa que agradecimos, por la gentileza y por las ganas de tomar algo fresco que teníamos.
- Es que hace mucho calor en esta época, dijo Yamila, balanceando su cuerpo como para atraer a cualquier cristiano.
- Vamos dijo Mauricio, suban que prendo el aire y descansan un rato.
Pan comido, pensé, este esta ofreciendo lo que andamos buscando. Ahora cuando estemos allá arriba yo le voy a ofrecer lo que el estuvo mirando.
Nos subimos a la cabina-camarote, confortable por donde se la mirara.
Me acomode en un rinconcito, permitiendo que mi mujer se extendiera cuan larga es, y al hacerlo no se si sin darse cuenta o intencionalmente, dejo que su faldita se le subiera mostrando otra vez descaradamente su negra tanguita.
Cerradas las cortinas de las ventanas, con el equipo encendido y la música, aquello era un bulín de rompe y raja.