Siendo las 20 horas, ya estaba preparándome para la noche. Una noche a la que esperaba impaciente, expectante, suponiendo que mi sexo tendría con que gozar, y por ello lo lavaba con esmero y cariño, casi una paja pensando en Mercedes.
Debí hacer tiempo cerca de la casa de mis nuevos amigos, para no llegar antes. Así que entre en un barcito y me tome uno a las rocas, lentamente, tal como quería que surgiera esa noche mis placeres con aquella tan deseada dama.
Cuando el deseo es genuino, no hay que perder el impulso de expresarlo.
Así se los exprese a ambos ya dentro de su casa. Un living que dejaba saber que la pareja tenía un buen pasar, mas un buen gusto para el hogar.
No estaba yo nervioso, pero ella vestía una frágil solera en un verde limón, que hacia resaltar sus prendas intima color negro, lo que me provocaba cierto temblor casi novedoso. La mire intensamente, porque una mujer como aquella era para mirarla con los ojos bien abiertos, sin perderle detalle a la talla de la diosa.
Ella se movía expresándose con naturalidad, sonriente, por lo que me estaba diciendo que si se había vestido así, era porque estaba bien de acuerdo con lo que se vendría, tanto que además me regalaba su belleza para que yo estuviera a tono con sus propios deseos.
Ella dio el puntapié al inicio de acciones con un simple,…… vamos muchachos.-